Respuesta: Vana historia si no recuerdo mal, todo cabía entre los horizontes de un pañuelo. Entonces figuraba el mediodía un sol con ojos en mitad del cielo. Y gracias a una tierna hechicería la noche prodigaba su consuelo con tanta caridad que uno veía las estrellas tiradas en el suelo. Pero hoy el agua no lo dice.
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